El placer de lo complejo: “no quiero una vida normal”

Por: Víctor G. 

Desde nuestros primeros años de vida recibimos una serie de información y conocimiento acerca de nuestra sexualidad. Algunos afirman que responde a una ya establecida condición biológica: sexo femenino y sexo masculino. Otros la consideran como un proceso histórico que se construye socialmente. Sin tomar una postura de lo ya mencionado, las rupturas que se han generado ante esa normativización sexual, biológica y social, han resultado en movimientos de emancipación.

En ese sentido aparece el BDSM, que incluye una diversidad de prácticas, aficiones e identidades sexuales, tratando de crear un mismo espacio cultural con actividades que configuren un nuevo modo de comportamiento y de vida sexual, alejándose de las consideradas sexualidades convencionales o vainilla. Dichas practicas emiten un mensaje muy claro: la libertad total de los cuerpos. A pesar de lo irritante que pueda ser para algunas personas dicho tema, dentro de los diversos colectivos o grupos BDSM existe una estructura democrática, muy aparte de los roles de jerarquización –sumisos y Dominantes o switch– que se practican en privado, donde el consenso entre los practicantes es de gran importancia.

Sin embargo, el aspecto que quiero exaltar aquí es el de lo oculto, ya que estas prácticas no son del todo visibles socialmente. Quizá el termino BDSM pertenezca al resultado de una cultura global y debido a ello, en los últimos años, se ha tenido una mayor demanda en cuanto a su conocimiento y ejercicio. Pero no podríamos afirmar que se ha popularizado ser masoquista o ser sumisa sexual, porque éstas continúan siendo prácticas minoritarias destinadas a un espacio determinado. Lo que se ha popularizado es la intención de conocer lo oculto, en este caso el  BDSM. Para los iniciados basta con introducir en internet dichas siglas y de inmediato podemos acceder a sitios, imágenes y grupos, donde se pueden crear perfiles anónimos o auténticos para introducirse a dicho mundo.

Es peculiar notar que, en la actualidad, lo íntimo se ha vuelto público. En palabras de Paula Sibilia: “lo privado se hizo espectáculo, abriéndose a las cámaras la cotidianeidad banal, y también aquella que antes se guardaba con pudor”.[1] Con ello, la condición sustancial de lo oculto queda expuesta. Aunque es notorio que existen más usuarios online dentro de comunidades BDSM que en las prácticas y sesiones reales, este fenómeno también es parte de la misma circunstancia, ya que al exponer algún relato, experiencia o foto queda desplegado el deseo por mostrarse a otros, el deseo de transgredir las aficiones minimizadas públicamente.

Sin duda algunas instituciones, como la familia, la iglesia e incluso el estado, podrían considerar negativo todo tipo de movimiento que implique simpatía por el dolor o la humillación, con roles tan marcados de dominación o sumisión absoluta. Dicho estigma incrementa cuando la clínica cataloga como sexualidades patológicas aquellas prácticas dentro del BDSM, y esto se debe a que la psiquiatría y el psicoanálisis han servido, y sirven, como elementos esenciales para la construcción de las mentes, cuerpos, deseos y fantasías. Sus discursos han influenciado tanto a las subjetividades modernas, hasta el punto de haber clasificado categóricamente a los seres humanos en torno al desarrollo de sus sexualidades por sus conductas, deseos y prácticas.[2] Vaya estupidez.

La modernidad cimentó las bases para universalizar “sexualidades normales y sanas” y, apoyándose de diversos elementos, exhibe su premisa: el control en los sujetos. Inundan con información y propaganda de cómo debes ejercer correctamente tu vida sexual, rezagando, reprimiendo y clasificando los deseos e inquietudes sexuales diferentes de varias personas. Desafortunadamente, la mayoría crecemos con todos esos prejuicios y barreras, pero es necesario deshacerse de ellos.

Quizás esas instituciones aún desconoce el consenso que existe dentro del mundo BDSM, aunque sea bastante complejo competir con la ciencia, la religión o la familia, para desfragmentar sus argumentos universales. Por otra parte, exponer la cultura del BDSM a un debate para su conocimiento es necesario. Con ello se lograría llevar a la sexualidad hacia un lenguaje universal, comprendiendo no sólo su diversidad sino su multiplicidad.

 

[1]SibiliaPaula: “Antes lo íntimo era secreto, ahora se lo hace público en Internet”. Documento electrónico, fuente de internet, 2008 (fecha de consulta 10 de enero 2016)

Disponible en: <http://edant.clarin.com/suplementos/zona/2008/09/21/z-01764657.htm>

[2]Szuster Daniela, ¿Sexualidad normal/sexualidad patológica? Análisis de la concepción de sexualidad dicotómica del psicoanalista Otto Kernberg. Documento electrónico, fuente de internet, 2010 (fecha de consulta 10 de enero 2016) Disponible en: <http://163.178.170.74/wp-content/revistas/126-127/szuster.pdf>

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