Libertad Vs Libertinaje

LIBRE

¿Ejercer un derecho, llamar la atención, buscar aceptación o imponer una ideología?

Durante mucho tiempo se ha mantenido un constante enfrentamiento por la tolerancia y el respeto hacia diversas ideologías, formas de vida e incluso comportamientos y actitudes.

Aterrizando esta idea, el BDSM ha sido objeto de diversas críticas sociales que lo han catalogado como una serie de actitudes nocivas y dañinas para la integridad física, moral y psicológica de quienes lo realizan, frecuentemente asociado a problemas de infancia o desordenes mentales.

Aunque la realidad es diferente puesto que los que lo realizamos somos, en teoría, personas que comprendemos los riesgos y buscamos formas diferentes de sentir placer, siempre existirá al menos una persona que busque refutar esto por las ideas que ya tiene predispuestas y no concibe esta expresión comportamental de la sexualidad como una apertura hacia nuevos horizontes.

Es bien sabido que actualmente ha surgido una apertura hacia gremios frecuentemente discriminados, ya que han existidos grupos y personas que han luchado por ese derecho.

Bajo este contexto, se puede definir que un practicante de BDSM es tan libre de ejercer su gusto por este tipo de prácticas así como cualquier persona puede definir si le gusta una determinada posición al realizar el acto sexual, o bien si suele ser la parte activa o pasiva de la relación, etc.

Sin embargo, se entra en una disyuntiva que no suele ser tan obvia y pasa desapercibida por los que practican: el respeto. Muchas veces en el afán de querer buscar respeto hacia lo que hacen es buscar la aceptación de una sociedad que evidentemente no está preparada para asimilar concepciones que difieren de los estándares ya creados por muchas generaciones.

El BDSM ha tenido un gran auge debido a la literatura y el cine principalmente, por lo que si bien sigue generando polémica, ya es visto como algo que realizan muchas personas y que mantenían oculto. Han surgido muchos grupos de practicantes tanto reales como virtuales, se generan diversos eventos que buscan promoverlo o bien darlo a conocer y se ha manifestado en situaciones donde se muestra como una alternativa más para ejercer la sexualidad humana.

Sin embargo, el problema surge cuando las personas confunden el derecho o la libertad de realizarlo con el querer imponerlo ante dicha sociedad. El querer dar a conocer el BDSM como algo nuevo o diferente al público que tenga la apertura es muy diferente a pretender que todo el público lo vea, lo sienta, lo experimente e incluso lo acepte y adopte.

Existen personas que gustan del exhibicionismo y realizan algunas prácticas a la vista de personas que no lo comprenden, no lo asimilan, lo ven con interés o con desagrado.

Haciendo una comparativa, últimamente se ha desatado un fenómeno en el cual las personas (antes era una práctica exclusivamente homosexual, siendo ahora que la orientación pasó a segundo plano) buscan sexo en lugares públicos, argumentando que son libres de ejercer su sexualidad como mejor quieran. Sin embargo, este hecho atenta contra la libertad de aquellos que no lo buscan pero también utilizan dichos espacios públicos para los fines con que fueron diseñados, siendo ejemplos concretos los baños públicos, restaurantes y el transporte público. ¿Realmente una persona es libre para invadir un espacio público y darle un fin diferente?

La línea entre la libertad y el libertinaje es muy delgada. Y lo mismo se muestra en el BDSM. Si bien hay prácticas que no son evidentes o pueden disimularse, algunas son más explícitas y pueden generar confusiones en el público ajeno, haciendo especial énfasis en el menor de edad. Por algo el BDSM está restringido a mayores de edad y por algo las prácticas sexuales están prohibidas en espacios públicos.

A este hecho se le suma que los menores de edad reaccionan según sus contextos culturales y sociales. Si se encuentran en un medio donde los adultos expresan desagrado por determinado gremio de personas, los niños van a repetir y adoptar la misma actitud aun cuando no sepan la razón. Muchos de los practicantes nos encontramos en entornos sociales donde el BDSM no es bien visto, y por mucho que busquemos aceptación no se puede imponer un gusto, sólo pedir un respeto que debemos estar dispuestos a ofrecer también.

Muchas personas asocian estas restricciones a una sociedad cerrada que limita la libertad de sus integrantes, sin embargo, y a pesar de lo que muchos opinemos, las normas sociales buscan que uno pueda ser libre sin afectar a otro, buscando generar respeto y tolerancia entre personas e ideologías. No todos tenemos los mismos intereses, la misma información, la misma visión o experiencia y es por ello que no todos podemos entender todo lo que vemos o bien lo interpretamos de maneras diferentes (incluso erróneas). La ignorancia de algún tema en específico no es mala y no es preciso que toda la sociedad sepa qué es el BDSM y conozca todas las prácticas y placeres que puede generar si es un tema que realmente no es de su interés o ni siquiera conoce.

Desde el punto de vista de este servidor, creo que existen lugares y ocasiones para practicar BDSM sin tener que invadir el espacio de otras personas. Aunque es cierto que el morbo de ser descubiertos o acaparar miradas es estimulante, no siempre es correcto hacerlo ante determinado público. Del mismo modo, es interesante el juego que puede realizarse de manera disimulada entre practicantes de BDSM, asumir un rol o realizar algo que pasa desapercibido ante los ojos de los demás y que se convierte en un instante de complicidad entre los involucrados.

¿Cuál es la finalidad de que personas ajenas al medio observen cómo se realiza una práctica? Puede ser gusto por verse exhibidos, interés por enseñar algo (en muchas ocasiones no solicitado), aceptación social (que los vean como personas normales), buscar atención, pretender imponer algo para que todos lo realicen. Lo importante es tener claro el por qué se realiza una u otra acción.

Las razones pueden ser diversas. Cada persona definirá lo que realiza y el modo indicado para ello por las causas que considere necesarias. Sin embargo siempre hay que considerar que la libertad de uno termina donde comienza la libertad del otro.

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